Tenía un fleco rubio, una mirada valerosa y el #28 en su dorsal. Se jugaba un amistoso entre Sporting de Lisboa y Manchester United, y el jovencito de 18 años daba saltos del pecho a la rodilla y aplaudía después del himno. Parece que supiera que esa era LA NOCHE de su vida.
El portugués, flaco y espigado, tiraba elásticas y tacos, no le daba miedo encarar a Rio Ferdinand o lanzar disparos de más de 30 metros. Danny Pugh recuerda que en la banca lo acompañaban Giggs, Van Nistelrooy, Neville y Roy Keane. “La primera vez que tomó el balón, hizo un par de fintas y se quitó un jugador; todos en la banca nos dimos cuenta. Ese debe ser del que nos habló Fergie’”.
Antes de salir del camerino, Sir Alex Ferguson los había advertido: “Hay un chico por la banda… tengan cuidado con él, ¿ok? Parece que es bueno”. Lo detectaron. “Recuerdo ver cómo tomaba el balón, se sacaba a O’Shea y a mí se me escapaba una risita”, confiesa Giggs. Ferdinand en su autobiografía bromeó con que incluso a O’Shea le tuvieron que dar oxígeno después del primer tiempo, y Ferguson cuenta que también le provocó una migraña tenaz al lateral.
El chico, Cristiano Ronaldo, no marcó, pero participó en los tres goles del Sporting. El marcador final: 3-1. “Fue la noche perfecta”, dijo Cristiano unos años después. Incluso llegó a un punto en el que se disfrazó de cirquero y repartió globitos y bicicletas; tal vez ya era demasiado, un poco arrogante y crecido, pero apenas tenía 18 años.
“Después del partido, estábamos esperando a Ferguson”, cuenta Ferdinand. “Lo único que queríamos era pedirle que contrataran a Ronaldo. No sabíamos que podía destrozar a todo el equipo”.
“’¡Te van a contratar!’”, le decían sus compañeros a Cristiano. “Yo no les creía”. Tras el partido, Ferguson tomó a Cristiano y le presentó a toda la plantilla. Él apenas los miraba de reojo, muy tímido y un poco confundido. “Escúchame, te quiero tener acá ya mismo”, le dijo Ferguson, sin titubear. Unos días después, el futuro Bicho ya estaba en Inglaterra para firmar un contrato con Sir Alex.
Y esa fue la noche que le cambió la vida a Cristiano, hace exactamente 18 años.