A los 36 años, Maradona, que venía de agredir con un rifle comprimido a periodistas y de intentar, sin lograrlo, recuperar su mejor versión en Newell's, acababa de salir de una sanción de 15 meses por dar positivo en el control al dopaje en el Mundial de Estados Unidos 94. En medio de escándalos, daba sus primeros pasos como DT. La salud ya no era tan buena.
A los 36 años ya se retiraba definitivamente Pelé, que ya se había retirado una vez y había rechazado el llamado de Brasil para el Mundial de Alemania 1974. Había vuelto al fútbol debido a que estaba cerca de quedarse en bancarrota. La respuesta: jugar en las comodidades y excentricidades del New York Cosmos de Estados Unidos.
A los 36 años, Cruyff acababa de regresar al Ajax, luego de ser un nómada de varios equipos del colchón de comodidad de los Estados Unidos. El presidente del Ajax ya empezaba a declarar de que a Johan le faltaban capacidades para seguir en el fútbol de primera división...
A los 36 años, Ronaldo ya llevaba dos años de retirado en el Corinthians. Ya su físico no daba más. Y Ronaldinho culmina sus aventuras: esta vez en el Querétaro de México, eso sí, con sus prioridades claras: la rumba y las mujeres. Después lo intenta en el Fluminense, pero es un fracaso total. Se retira. ¿Zidane? Ya se había retirado hace dos años.
Hoy, Cristiano Ronaldo, rumbo a los 37, fichó con el United para ganar la Champions y la Premier. Se convirtió en el máximo goleador de todos los tiempos. Físicamente está entero y el hambre de triunfar sigue tan intacta como el primer día. No deja de matarse entrenando. El tiempo es la factura más cara que tiene que pagar el ser humano y Cristiano ha desafiado la biología humana con su disciplina.
Uno de los mejores atletas de todos los tiempos: a nivel físico, pero sobre todo mental. La palabra que más repetimos: sigue. Sigue Cristiano.